NUESTRA HISTORIA
Mi historia en la pastelería comenzó temprano, a la edad de 13 años, cuando ya me aventuraba fuera de Gran Canaria para aprender el oficio que me había cautivado desde niño en la pastelería de mi padre. Mi compromiso con este arte me llevó a dejar los estudios a los 18 años para dedicarme de lleno al negocio familiar, Pastelería Reyes.
A los 19, decidí ampliar mis horizontes y me sumergí en la cultura de la repostería francesa, trabajando en renombradas pastelerías como la de Phillipe Urraca y en Pierre Demargne, en la plaza Madeleine. Esta experiencia enriqueció mi técnica y visión, complementándose después con estancias formativas en Bélgica e Italia.
En 2019, con la convicción forjada por años de práctica y aprendizaje, estaba listo para dar vida a mi proyecto personal: una pastelería que fusionara la artesanía y la simplicidad con la alta calidad y los métodos tradicionales, todo aderezado con mi estilo contemporáneo y la pasión que siento por la pastelería.
Este sueño se concretó en 2020 con la inauguración de Yeray Reyes Pastelerías. Aquí, cada creación es un reflejo de un viaje personal y profesional, un equilibrio entre la herencia familiar y mi propia interpretación del arte de la repostería.
DEL PASADO AL PORVENIR
En Yeray Reyes Pastelerías, la tradición y la innovación no son rivales, sino aliados que se entrelazan para crear experiencias gastronómicas inigualables. Nuestra filosofía se cimienta en el profundo respeto por las técnicas y conocimientos que han sido heredados de generación a generación. La sabiduría pastelera de antaño forma la base sobre la cual construimos y desde la cual nos atrevemos a explorar.
Cada postre es una sinfonía de sabores donde la calidad y la naturalidad de los ingredientes son la nota clave. Trabajamos con las recetas que han resistido la prueba del tiempo, aquellas que nos conectan con nuestra historia y nos recuerdan a los momentos compartidos en familia. Pero la mirada está puesta también hacia adelante, adoptando nuevas formas, métodos y diseños que nos permiten innovar y sorprender.
La estética contemporánea se une a sabores audaces, y así, lo clásico se reinterpreta sin perder su esencia. En nuestra pastelería, no sólo honramos el pasado con nuestras creaciones, sino que también abrazamos el futuro, introduciendo combinaciones inesperadas y texturas que desafían las expectativas.
Desde la pastelería de mi padre en Gran Canaria hasta las enseñanzas adquiridas en Francia, Bélgica e Italia, mi viaje ha sido un constante aprendizaje para equilibrar estas dos fuerzas. En 2019, cuando mi proyecto tomó forma, lo hice con la convicción de que mi pastelería sería un punto de encuentro entre lo ancestral y lo vanguardista, un lugar donde la pasión por nuestro oficio se traduce en una pastelería 100% artesanal, deliciosa y a la vez innovadora.
